El sexo y sus fantasmas

¿Lo primero en lo que piensas cuando hablan de sexo es en un pene? ¿En una vagina? No puedo ni quiero autodenominarme como una gurú en temas de sexualidad, pero considero que el sexo no solo gira entorno a la existencia de un pene o una vagina.

El sexo no esta limitado a una penetración y una eyaculación (Por parte de una mujer o un hombre... Sí, las mujeres también eyaculamos). Recordemos que las mujeres somos más clitoriales, esto hace que percibamos las cosas un poco diferentes. Por otro lado, para mi con el solo hecho de hacer oral a tu pareja, ya estas teniendo sexo.

“Déjame preguntarte algo: en todos los años que te has desvestido para un hombre, ¿alguna vez te ha pedido que te vayas? ¿O se ha ido? No. Porque no le importa. Está en una habitación con una mujer desnuda. Se ha ganado la lotería.” Comer, Rezar, Amar

Hace unos días estaba en un lugar con unos amigos y cómo es obvio terminamos hablando de sexo. Uno de ellos me preguntó, ¿Y no les hace falta un pene para hacerlo? La respuesta es un completo NO. El acto sexual no solo es algo físico, no se equivocaba Freud al decir que casi todo estaba ligado al sexo y no se limitaba a hablar del acto en si.

Sin importar tus preferencias sexuales, en mi experiencia el poder disfrutar del sexo requiere de tres principios básicos: El primero es la comunicación con la persona con la que estas. El segundo es sentirte una mujer hermosa y confiada de sí misma. Por último el amor propio.

El sexo nunca será como lo han vendido en las películas o el porno, será mucho mejor con la combinación de estos tres principios. Debemos conocernos, conocer nuestro cuerpo, que nos gusta y qué no.

Hay cosas que pasamos por alto cuando pensamos en sexo, importa cómo te sientes, en qué piensas, si estás o no nerviosa, si te sientes cómoda estando desnuda frente a alguien más. Es casi imposible llegar a un orgasmo si tienes la cabeza llena de dudas e inseguridades.

Como mujeres nos persiguen muchos “fantasmas sexuales”, sobre cómo debe ser y cómo debes verte mientras lo haces, hay un supuesto de que “debemos ser sexys”. Lo que nos lleva a tener una y mil inseguridades con nuestro cuerpo.

Con el tiempo buscamos esconder ese algo de nosotras que no nos gusta, que no queremos que vean y queremos esconder. Por eso terminamos teniendo sexo con la luz apagada, nos quitamos la ropa solo estando debajo de las sábanas, evitamos el roce con ciertas partes de nuestro cuerpo, nos tapamos con las sábanas o nos vestimos súper rápido cuando ya hemos terminado. No estamos tranquilas y no lo disfrutamos por completo.

Nos perdemos de todo lo rico que es estar ahí en esas circunstancias. No hay nada mejor que tener sexo, estando segura de ti misma, sintiéndote sexy y amando tu cuerpo. Sin miedos ni inseguridades; es algo liberador, dejas de lado el pudor y ciertos tabúes innecesarios.

Hay una frase que me ayudo muchísimo a pensar más en este tipo de comportamientos que comenzamos a adoptar sin saberlo, los cuales en cierto modo son autodestructivos.

La frase la dicen en una de mis películas favoritas: “Comer, Rezar, Amar” (Obvio el libro también es una maravilla). En una parte de la película, Elizabeth esta hablando con su amiga que está preocupada porque quiere comerse otra rebanada de pizza pero no quiere engordar, le dice “Déjame preguntarte algo: en todos los años que te has desvestido para un hombre, ¿alguna vez te ha pedido que te vayas? ¿O se ha ido? No. Porque no le importa. Está en una habitación con una mujer desnuda. Se ha ganado la lotería.”

He conocido mujeres arrolladoras con una seguridad en sus cuerpos y en su sexualidad impresionante, son imponentes y eso las hace sexys. Cuando yo pienso en sexo, no pienso en un pene o en una vagina, pienso en mi, siendo sexy, empoderada, segura de mi misma. Dejando que alguien me ame casi tanto como lo hago yo, viviendo mi sexualidad sin inseguridades y temores con respecto a mi físico. Hay muchas maneras de llegar a un orgasmo, pero solo hay una manera para vivir plenamente tu sexualidad: El Amor propio.